viernes, 16 de noviembre de 2012

Tonoharu

 
Juan Antonio Yáñez
Hace alrededor de un mes llegó a mis manos un par de libros que me dejaron tan buen sabor de boca que decidí dedicarles una reseña en este espacio. Si ustedes, lectores, son amantes de Japón, de la historieta, y de los tintes grises que puede cobrar la vida, tal vez esto pueda ser una buena recomendación para rellenar los anaqueles que dedican a estos rubros.


No estoy hablando de lo que canónicamente llaman Manga. En este caso me refiero al proyecto particular de un alma solitaria que decidió volcar 3 años de experiencia en viñetas. TONOHARU es el título de esta serie, nacida de la mente de Lars Martinson, la cual hasta ahora se compone de dos tomos.


Este hombre, ahora treintañero, nacido en Minesota, trabajó como profesor de inglés en Japón dentro de lo que allá conocen como JET Programme; de vuelta en su país, decidió que tenía muchas cosas qué decir al respecto. Antes de continuar, quisiera dar un poco de contexto explicando qué es eso del JET Programme.


El JET Programme —cuyas siglas significan The Japan Exchange and Teaching Programme— es parte de una política educativa que inició en 1987. Según su sitio web, el objetivo desde entonces ha sido: promover el intercambio internacional entre Japón y otras naciones. En términos concretos, lo que las autoridades japonesas han buscado es dotar a las nuevas generaciones de las “herramientas” necesarias para enrfrentar una inminente internacionalización al interior del país. La herramienta para ello es la experiencia internacional y el manejo de la lingua franca de la economía internacional, léase, el inglés. Bajo esta premisa, cada año cientos de angloparlantes son reclutados como profesores asistentes de inglés en las secundarias y preparatorias de todo el país.


Platicando con gente que ha participado en este programa, me ha tocado escuchar fuertes críticas, las cuales es prudente mencionar para comprender mejor el contexto en el que se desarrolla la historia. Por ejemplo, la experiencia ha demostrado que el hecho de ser hablante nativo del inglés no lo hace a uno profesor, ni mucho menos sensible a las diferencias culturales. Otras personas han expresado cierta frustración al darse cuenta de que su labor como maestro es básicamente vomitar frases en inglés para que los estudiantes las repitan una y otra vez. Así, en este mar de choques culturales y sentimientos encontrados, Lars Martinson decidió crear el mundo de TONOHARU, parte ficción, parte realidad, que es el contexto en el que vive Daniel Wells, el protagonista de la historia.


En las viñetas iniciales de TONOHARU, lo primero que uno encuentra es un diálogo privado intenso, un sentimiento de soledad insoportable que acompaña a la inminente decisión de empacar las maletas y volver a casa. Sin embargo, Daniel decide mirar hacia adelante y tomar lo que el destino le ha puesto enfrente. Entonces verdaderamente comienza la historia: Daniel Wells se prepara para empezar su nuevo trabajo como maestro de inglés en la pequeña ciudad de Tonoharu.


Pero, ¿qué tiene de interesante la historia de un maestro de inglés? Bueno, todo depende de las características del profesor y de los personajes que lo rodean. Tenemos así a Daniell Wells, un americano no muy hábil para socializar, pero con una enorme capacidad de introspección. Esto mismo hace que, lejos del esperable festejo de las diferencias entre Japón y el Occidente, TONOHARU sea el fondo de la batalla particular que libra este joven profesor en su cabeza.


En el mundo de TONOHARU también existen varios personajes secundarios que apenas comienzan a mostrar su potencial en la historia. El Sr. Sato —profesor veterano encargado de David—, Alex Hoiman —excéntrico magnate, quien acoge a nuestro personaje principal—, Mori San —compañera de trabajo y amante—, y Costance —rubia colega, en parte culpable de los sinsabores de la vida de Daniel.



Cabe mencionar que el ojo observador bien afinado de Marstinson hace que muchas de las escenas de la vida cotidiana en las pequeñas ciudades, choques culturales y detalles gráficos que adornan cada situación difícilmente puedan ser representadas por alguien que viva fuera de Japón, por mas japonófilo que sea su entusiasmo.


Así pues, Daniel Wells ha iniciado una nueva vida cuyo relato apenas comienza, y aunque los dos primeros tomos no revelan demasiado de los giros que tomará la vida de David, TONOHARU es, a mi juicio, una historia que en adelante promete gratas sorpresas y entretenimiento. Pero eso sí, no esperen un final feliz. Los tomos uno y dos pueden ser adquiridos en línea y —si me permiten revelar una información no confirmada— al parecer en poco tiempo estará disponible una versión en español de la obra. Será cosa de esperar y darle seguimiento. Yo lo haré, y los invito a que también lo hagan.



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