jueves, 24 de septiembre de 2009

Mozart en China

Hola queridos melómanos y amantes de la cultura oriental. Les doy la bienvenida de nueva cuenta a esta sección de Kumo 9. Ahora les presento a uno de los grandes exponentes musicales contemporáneos en Asia y el mundo. Hoy hablaremos de Lang Lang.

Nacido en Shenyang, China, comenzó a tomar lecciones de piano a los tres años con el profesor Zhu Yan-Fen. No fue sino hasta dos años después, cuando ganó su primer premio en el Concurso de Música de Shenyang, en la que fue su primera presentación. A los once años, ganó el primer lugar en el cuarto concurso Internacional de Jóvenes Pianistas de Alemania.
Se ha destacado por sus grandes interpretaciones. A los trece años tocó completos los veinticuatro estudios de Chopin y ganó el primer lugar en el Concurso Internacional de Jóvenes Músicos Tchaikovsky de Japón.

Lang Lang y la fama.
En 1999, cuando tenía diecisiete años, tocó el Concierto para Piano Número Uno de Tchaikovsky con la Orquesta Sinfónica de Chicago, sustituyento en el último minuto a André Watts en el Festival “Gala de la Centuria” de Ravinia, .
El Tribune de Nueva York, le llamó el más grande y más excitante talento del teclado descubierto en muchos años. En 2001 hizo su debut en el Carnegie Hall con Yuri Temirkánov. También viajó a Pekín con la Orquesta de Filadelfia en una gira que celebraba su centésimo aniversario; durante el cual actuó para una audiencia de 8 mil personas en el Gran Salón del Pueblo. En ese mismo año hizo su aclamado debut en los Conciertos Sinfónicos de la BBC, a lo que la crítica del The Times de Londres escribió: “Lang Lang tuvo un éxito rotundo en el Royal Albert Hall... Esto bien podría ser historia en la actuación.” En 2003, volvió a los Conciertos Sinfónicos de la BBC para el concierto de Primera Noche con Leonard Slatkin.

Durante el 2007 Lang Lang hizo una aparición con Andrea Bocelli en la celebración de sus quince años de carrera con la canción “Io Ci Saró”. De igual manera, en 2008 participó en el disco de Andrea, Vivere Live in Tuscany y se presentó en el Teatro del Silenzio con las melodías “Io Ci Saró” y “Hungarian Rhapsody”.
Ahora trabaja junto con la Orquesta Sinfónica de YouTube haciendo uso de sus conocimientos para la selección de los nuevos músicos para la orquesta.


Con esto damos por terminada esta sección, espero que escuchen mucha y muy buena música.
Opiniones y sugerencias pueden ser enviadas siempre a: sibelius.triste@yahoo.ca
¡Bendiciones!

lunes, 7 de septiembre de 2009

Estilos de shodô




(Boletín ACIA, núm 5 nov-dic de 2006, Damian Adame)

El shodô (literalmente “camino de la caligrafía”, 書道, derivado del chino 书法 shufa, las reglas de la escritura) es el arte de la caligrafía en Japón, nacido desde la introducción de los caracteres chinos y su adopción como escritura oficial. En el estudio y la práctica, el shôdo se divide en varios estilos:A) Reisho (隷書, en chino Lishu): estilo de trazos rudos utilizado por los escribanos. Suele escribirse con pincel, destacando el inicio y final de cada trazo. Dentro del reisho hay dos estilos: el korei, y el hanrei. Se comenzó a utilizar en la dinastía Han (漢, かん206 aC a 220 dC) de china por las personas de bajo nivel, auque paralelamente se usaba aún el tensho (篆書) estilo originado en la era Quin (秦, しん).B) Kaisho (楷書, en chino Kaishu): este estilo surgió a finales de la dinastía Han tardía (後漢) y representa el origen de los diseños de letras para imprenta, lo cual lo ha hecho trascender a su época. Es el más común y se utiliza en los diarios, revistas y escritura personal. Sus trazos son rectos y angulosos.C) Sôsho (草書): literalmente “escritura de hierba”, corresponde a la escritura cursiva. Existen tres variantes de sôsho: rementa, que es curvilíneo conectado; dokusotai, que es discontinuo; y kiyosotai, una variante del anterior.
El sôsho tuvo mucha importancia en Japón por ser el que dio origen a la escritura kana. Estos últimos son una adaptación a partir de caracteres chinos para expresar fonéticamente las sílabas del japonés. D) Gyôsho (行書, en chino Xingshu): estilo semicursivo, parecido al kaisho pero con trazos más redondeados. Como los kanjis en kaisho son rectilíneos y angulados, y los kanas son curvilíneos, algunos calígrafos desarrollaron un sistema semicursivo para conseguir una mayor armonía entre ambos tipos de caracteres. El gyôsho y el sôsho surgieron durante la era Los Tres Reinos de China (220-280 dC).


Escríbelo en chino: habrá millones que te entenderán

(Columna de Fabián Robles Boletín ACIA 5, nov-dic de 2006.)

Durante el siglo XX, con la invención de las computadoras, muchas de las fantasías de dar órdenes verbales a máquinas inteligentes fueron tomando forma cuando estos "cerebros electrónicos" (como se les llama en chino) se devoraron a la máquina de escribir y a la televisión, para llegar a la forma que actualmente tienen. Cuando la computadora se comunicó con el ser humano por medio de una pantalla, se dio el primer careo del hombre con la máquina y fue necesaria la creación de una interfaz (de interacción y de rostro o faz, en inglés face) que permitió un diálogo entre el hombre y la máquina.

Las primeras interfaces consistían en escribir palabras o instrucciones para que la computadora ejecutara funciones. Era necesario que los usuarios memorizaran listas de vocabulario en inglés y las escribieran sin variaciones para entablar comunicación con los ordenadores; lo cual limitaba su uso a las personas interesadas y dispuestas a tener un entrenamiento específico para su manejo.

Años después junto con el mouse surgieron las interfaces visuales, que revolucionaron la comunicación con las computadoras, ya que están basadas en dibujos o iconos que al ser tocados permiten dar instrucciones sin necesidad de palabras. Lo que en un principio fue un complemento de los menús textuales, permitió la popularización del uso de las computadoras y dejar de lado las listas de instrucciones para indicar de una manera más directa lo que deseamos que la máquina haga.

Por ejemplo hoy, para ordenarle a una computadora que guarde la información que estamos procesando, sólo tenemos que tocar con el mouse el dibujo de un floppy disk que aparece en la pantalla. Aunque la computadora esté configurada en inglés, en árabe, en chino o en japonés, la acción será la misma, pero en la mente del usuario y en los instructivos, la palabra que se emplee para denominar tal acción será propia de cada idioma. Si un mexicano usa una computadora japonesa, dirá "guardar" aunque el sistema lo inteprete como "上書き保存". Es decir, éstas han trascendido el lenguaje hablado y han enfatizado su comunicación con el ser humano a través de la representación gráfica y las otras formas de ordenar, es decir seleccionar palabras en una lista, oprimir combinaciones de teclas o escribir las instrucciones y hasta dar órdenes verbales.

En español decimos guardar, por lo que la combinación de teclas para tal instrucción es: Ctrl + G; pero en inglés se dice save y la misma acción se logra a partir de Ctrl + S, lo cual hace menos universal este tipo de comunicación. Con el paso de los años, las formas de almacenar datos han cambiado y los otrora populares floppy disk son cada vez más difíciles de ver. Sin embargo, su imagen tan directa en su representación de la realidad se ha vuelto cada vez más abstracta.

Podemos decir que las nuevas generaciones de usuarios no habrán conocido los floppy disk como objetos, pero posiblemente tendrán que memorizar y asociar tal imagen a una función que seguirán necesitando y resolviendo a través de otros tipos de dispositivos.

Esta tecnología de comunicación icónica, jactancia de la gente de las últimas décadas, no es un invento nuevo. El uso de miles de caracteres chinos que se han empleado para escribir el chino, el japonés y el coreano en los últimos dos milenios, ha seguido un proceso similar al que hoy vemos con las computadoras.

Por la fuerte y prolongada influencia de China los otros países absorbieron la escritura, pero no alteraron grandemente sus idiomas hablados (salvo en cierto porcentaje del léxico). Cuando aprendemos una lengua extranjera es muy común decir: –aprenderé a hablar italiano–. Es el caso de los idiomas que se escriben por medio del abecedario latino, en el cual las letras sirven como un instrumento de conservación y reproducción de las palabras habladas. Son signos con valor fonético que al ser colocados en secuencia, nos permiten reproducir la "película" o la "grabación" de lo que hubiera expresado al hablar quien las escribió. Sin embargo, decir "hablar japonés o chino" nos deja la inquietud de si también leemos y escribimos japonés o chino.

Auque los idiomas influidos por la escritura china han creado escrituras vernáculas, la comodidad de los ideogramas chinos ha sido preferida, –a excepción de la reciente semiabolición de ellos en Corea–. Ello ha generado sociedades con índices prácticamente nulos de analfabetismo y de grandes cantidades de lectores.

Las críticas de quienes sostienen la tesis del antagonismo occidente civilizado-oriente exótico y adelanto-retraso civilizatorio; acerca del "retraso" de la prolija escritura china frente a las ventajas del sintético alfabeto, son cada vez menos sostenibles conforme la humanidad de la era de la información y la globalización, y sus computadoras se van dirigiendo (avanzando) por el mismo camino de comunicación visual (metalenguaje visual) que siguió el orbe chino en la antigüedad.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Asiste Miwa Sachiko a estudios para la elaboración de planes de clase de japonés.

Fabian Robles

Este verano, como cada año, la AMIJ (Asociación Mexicana del Idioma Japonés, AC) llevó a cabo el curso intensivo de verano para profesores de idioma japonés en México. 40 profesores de japonés de diversos estados de la república se congregaron en la ciudad de México en las instalaciones del centro cultural e informativo de la Embajada de Japón en México los días 7 y 8 de julio.




En esta ocasión se contó con la presencia de la profesora Miwa Sachiko, autora y coautora de diversos libros de enseñanza de japonés tales como Minna no Nihongo, Shin Nihongo no Kiso, Chuukyuu he ikoo, entre otros publicados por la empresa 3A Corporation.

La profesora Miwa hizo la donación de 20 libros de diversos títulos a las escuelas de idioma japonés de México. La biblioteca de ACIA fue favorecida con el libro de nivel intermedio Chuukyuu wo manaboo.

Los profesores de japonés de nuestro país tuvieron la oportunidad de compartir el estudio y la experiencia de la profesora Miwa quien se dedicó a fomentar la creatividad de cada docente en la planificación de dinámicas de clase. Además hizo una reflexión sobre cómo se han llevado hasta ahora las dinámicas de clase y sobre cómo mejorarlas. El curso estuvo enfocado al libro Minna no Nihongo (Lecciones 1 a 25).





Durante el curso la profesoras Karen Ishi de la Asociación México Japonesa e Ito Minako del Instituto de Intercambio Cultural México-Japonés AC de Guadalajara, expusieron algunas ideas y experiencias sobre el uso de este material didáctico en sus instituciones.Este curso fue realizado gracias al patrocinio de la Fundación Japón en México y el apoyo del Centro Cultural e Informativo de la Embajada de Japón en México así como la empresa editorial japonesa 3A Corporation. Felicitamos a los 3 profesores de la ACIA que participaron en este curso actualización y mejoramiento.






Enlaces:
www.kyoshikai.org.mx

EXPOSICIÓN DE TESHIMA TAIRIKU: BELLEZA Y PERFECCIÓN EN EL SHODÔ


Minoru
Distrito Federal, México
Domingo 23 de agosto de 2009 11:50


Pienso que independientemente de si se posee una gran habilidad o no, la esencia del arte de la caligrafía shodô es la búsqueda de la perfección, escribe en la presentación de su exposición Teshima Tairiku, hijo del reconocido caligrafista japonés Teshima Yûkei, quien presentó hoy su exposición de shodô En busca de la belleza en la caligrafía japonesa.


El acto se llevó a cabo en el Centro Cultural San Ángel, con presencia de gente especializada en el arte shodô y en la cultura japonesa en México. Se contó con la asistencia de Takeshita Sachiko, asesora de la Dirección Regional del Museo Memorial Hikaru; Susan Marcos Kanzas, profesora de la Universidad del Estado de Pittsburgh en Educación y Arte; del licenciado Fabián Robles, director de la Asociación Cultural para la Investigación de Asia, AC y de la productora de teatro Ida Akiko. Como presentación de la exposición, Takeshita dio ante la audiencia lectura a una carta de Teshima Tairiku justificando su ausencia en el evento. En dicho escrito Teshima rememora el 400 aniversario del intercambio cultural Japón-México, y la primera llegada mexicana al archipiélago japonés en 1609.


En sus palabras, Teshima se describió muy gratificado con el espíritu pionero de aquellos japoneses que hace 110 años pasaron numerosas dificultades para emigrar a México y externó su deseo de que esta exposición del auge de la caligrafía pueda contribuir al desarrollo de una verdadera amistad y sinceras relaciones entre ambos países.


Por su parte, Robles dio una breve explicación sobre el idioma japonés, y sobre el shodô y las diferentes técnicas que este arte posee, dando ejemplos en algunos trabajos presentados en la exposición.


Así mismo, Susan Marcos Kanzas, estudiosa de la obra de Teshima Tairiku por 4 años, dio una breve plática sobre el sentimiento que las obras transmiten, haciendo hincapié en que no se necesita del estudio profundo del idioma japonés para comprender la sensibilidad de estas, dando ejemplos en dos obras expuestas por Teshima.


El acto concluyó con un breve brindis acompañado de bocadillos y la invitación a recorrer la exposición.

Enlaces:
http://www.dokuritsu.or.jp/

ATRAPADOS ENTRE DOS CULTURAS: LOS KIKOKUSHIJO

Juan Antonio Yáñez

En la primaria, mis compañeros me llamaban “gaijin” (extranjera). También me decían así otros niños del rumbo y algunos maestros. Primero no me importaba, era divertido ser diferente. Eso lo aprendí en el kinder al que asistí en California, donde había mucha gente de distintas razas. Pero de repente, aquello ya no fue lo mismo. Yo estaba en un sitio donde me llamaban gaijin, lo cual era algo para sentirse avergonzada... te lo digo por la manera en que lo decía la gente.

Este es un fragmento de una entrevista de la socióloga australiana Gaynor Macdonald, a Akiko, una estudiante universitaria japonesa con una historia que es cada vez menos extraña. Como mucha gente, Akiko pasó parte de su infancia en el extranjero.

Según estadísticas oficiales del Ministerio de Asuntos Exteriores (gaimusho, 外務省), de 1990 hasta octubre del 2007 el número de residentes japoneses en el extranjero aumentó en 175%. La cifra más actual dice que fuera de Japón viven 1,085,671 japoneses cuya mayoría se concentra en Norteamérica (38.8%), Asia (26.4%), Europa (16.09%) y Sudamérica (7.92.7%). Las cinco naciones con más residentes japoneses son los Estados Unidos, China, Inglaterra, Australia y Brasil. Por si se lo pregunta, México está en el lugar 23 con 5,849 individuos. Por ciudad, tenemos que Los Angeles es la metrópoli que concentra la mayor densidad de japoneses, seguida por Nueva York, Shangai, Bangkok y Londres. La Ciudad de México, ocupa el lugar 47 con 2,486 individuos registrados.

Ese aumento de las cifras tiene una razón histórica, considerando la expansión de los capitales japoneses por todo el mundo. La historia se repite cada día; empleados de las grandes corporaciones sirven a su empresa dos o tres años en el extranjero y sus familias van con ellos a donde son requeridos. Y ¿qué sucede con los hijos? Ese problema explica la existencia de tantos colegios japoneses en el mundo. Sin embargo, a menudo no existe esa opción o no interesa a mucha gente. De hecho, según las estadísticas ahora hay casi 17 mil niños japoneses cursando la primaria y casi 7 mil cursando la secundaria en sistemas distintos al japonés. Se dice que los viajes ilustran y el contacto con otra cultura siempre es una experiencia gratificante. Sin embargo no lo es tanto cuando esto se convierte en un estigma; esta es la historia de los kikokushijo (帰国子女).

Kikokushijo es un término acuñado por los medios, el cual fluyó rápidamente al lenguaje cotidiano. Sus caracteres denotan a mujeres y niños que han regresado al país. Esta etiqueta implica una posición ambivalente. Por un lado, se es una persona impregnada de una cultura distinta, lo cual otorga un exotismo muy llamativo. Sin embargo, también se lleva la marca de la disrupción en un Japón que se aferra a la continuidad de los valores tradicionales.

Esto, según Akiko, no es una exageración. En un país donde la conformidad es la norma de la educación, si un niño pierde un año de escuela, deja de aprender patrones de comportamiento esperable; se pierde de normas de relación humana y de un conocimiento del mundo que habrían de compartir por lo menos parcialmente con los demás. Akiko menciona:

Creo que la gente asume que si eres japonés puedes comunicarte sin verbalizar lo que quieres decir. Pero conmigo, la gente tenía que hacer explícitas cosas que normalmente no hace. Como en una ocasión cuando estaba hablando sobre “la naturaleza”. Los japoneses parecen hablar del clima en términos generales pero no de elementos específicos de ésta. Una vez estaba caminando en silencio con una compañera en un jardín y me sentí obligada a comenzar una conversación. Yo dije algo como: ¡Oh, qué bonita flor! Ella se dijo sorprendida por mi comentario y lo atribuyó a que yo había vivido fuera. Supongo que ella hubiera hablado del jardín, pero nunca de la flor.

Su estatus frente al resto de la sociedad es ambiguo, lo cual crea tensión que puede llevar al conflicto y a la exclusión. Actitudes negativas, comentarios, burlas y problemas para encontrar empleo, son parte de los pormenores que enfrentan. Los kikokushijo encarnan una mezcla inestable de un Yo convertido en Otro, un Otro convertido en Yo. En su estilo “no muy japonés”, llevan la semilla del biculturalismo y de una vida cosmopolita. Para muchos, esa vida cosmopolita ha sido la clave para explotar las diferencias. Muchos son empleados por las empresas que valoran su conocimiento de otras lenguas y otras culturas; sin embargo otros ocultan esa parte de su identidad para evitar la pena de convertirse en el centro de los comentarios, las miradas y los juicios morales.

Las autoridades han creado programas de re-inserción de estas personas en el sistema educativo. El objetivo es que re-aprendan su lengua y las habilidades sociales de su cultura en un ambiente menos hostil. Hay también programas especiales de admisión en las universidades, asumiendo que ellos llegan a competir por un lugar en franca desventaja. No obstante; la “re-japonización” ha sido una empresa difícil, ya que muchos o no pueden pagar o no creen en las supuestas ventajas de la asimilación. Por otro lado, en la medida que las fronteras se han hecho difusas, muchos otros japoneses han salido en busca de oportunidades que no encuentran en casa. Unos estudian la universidad, otros optan por enseñar japonés, otros se casan y forman matrimonios internacionales y ellos tampoco quedan exentos de problemas al reinsertarse en su propia sociedad.

Siguiendo a Macdonald, si en verdad existe un problema ¿de quién es este problema? Normalmente se asume que el problema recae en el individuo que regresa y detrás de ese implícito se asoma la ambivalencia de Japón ante la internacionalización de su sociedad. Sin embargo, el panorama no es oscuro, considerando que la sociedad tiende a crear nuevos patrones culturales. Como se mencionó, muchos kikokushijo son valorados por sus habilidades biculturales lo cual implica una oportunidad para adherir nuevos significados a su figura, romper con el estigma de la diferencia y contribuir a la consolidación de una sociedad japonesa sobre una base multicultural.

Referencias:
平成19年の海外在留邦人数調査統計
En: http://www.mofa.go.jp/MOFAJ/toko/tokei/hojin/08/index.html

Macdonald, G. & Kowatari, A. (1995) A Non-Japanese Japanese: On Being a Returnee. En: Maher, J. & Macdonald, G. (1995). Diversity in Japanese Culture and Language. London: Kegan Paul International.

UNA FOTOGRAFÍA DEL ALMA

Elizabéth Salomón.


Shodô, literalmente “camino de la escritura”, es la palabra que denomina a un antiguo arte de caligrafía japonesa. La caligrafía, arte de escribir con letra bella y correctamente formada, es una actividad que en nuestra cultura prácticamente ha caído en desuso; sin embargo en Japón se sigue practicando como una más de sus ancestrales tradiciones.

El camino de la escritura es una vía de introspección, es un camino al yo interno. Se trata de una actividad cotidiana convertida en arte y filosofía, meditación y autoconocimiento. Es por ello que el calígrafo debe compenetrarse, fusionarse con su arte, mirando hacia su interior para realizar su obra. El pincel, flexible y adaptable, casi orgánico, es la prolongación viva del artista; por lo que la peculiaridad principal del Shodô es un trazo fluido, natural, sin correcciones, pues el trazo aparentemente imperfecto, si es espontáneo, posee un gran valor estético. Cualquier corrección al trazo original arruina la obra del calígrafo.

La práctica del shodô no persigue la mera estética gráfica, sino la expresión de nuestras emociones más ínti- mas, esas que resultan de la interacción con nuestro entorno; por tanto, la caligrafía es la imagen del alma. En lo escrito queda plasmada indefectiblemente nuestra personalidad, riqueza, belleza y profundidad espiritual individual. En el trazo se expresa el ánimo, grado de delicadeza o vigor del ejecutante. Los versados en este arte dicen, y con razón, que la habilidad en la caligrafía depende del espíritu y de la energía con la que se ejecuta. Ya desde la antigüedad, se creía que la forma en que una persona utilizaba su pincel indicaba con mucha claridad su sensibilidad, educación, personalidad y espiritualidad. La caligrafía de cada persona era como una huella que no indicaba quién era, sino cómo era, a pesar de que sus títulos, ropa o modales proyectasen un envoltorio hipócrita.

Pero el camino de la escritura no se limita a lo dicho hasta ahora, no sólo expresa la naturaleza interna del ejecu- tante, su carácter y su autenticidad. Otro rasgo retratado por el pincel es el estado anímico de quien produjo el trazo, su disposición y actitud, los sentimientos y sensaciones que experimentó en el instante exacto de escribir. Es esa combinación única e irrepetible de elementos lo que caracteriza al arte caligráfico del shodô: la unión de sentimientos, carácter, concentración, personalidad y circunstancia, plasmada en un trazo auténtico, espontáneo, sin correcciones. Es este el objetivo del shodô, mostrar la esencia de la persona. Es una fotografía del ser interno del calígrafo y como en toda fotografía, sus mismos rasgos se plasman cada vez; pero al mismo tiempo cambia su pose, su ánimo, su expresión, también su edad y experiencia, su madurez se hacen visibles en cada nuevo retrato. Y con ese autorretrato, lo inmaterial, lo invisible de quien escribe se hace visible a quienes observan. Cada trazo, cada ideograma, cada texto es único... es una fotografía del alma del artista.