sábado, 5 de septiembre de 2009

ATRAPADOS ENTRE DOS CULTURAS: LOS KIKOKUSHIJO

Juan Antonio Yáñez

En la primaria, mis compañeros me llamaban “gaijin” (extranjera). También me decían así otros niños del rumbo y algunos maestros. Primero no me importaba, era divertido ser diferente. Eso lo aprendí en el kinder al que asistí en California, donde había mucha gente de distintas razas. Pero de repente, aquello ya no fue lo mismo. Yo estaba en un sitio donde me llamaban gaijin, lo cual era algo para sentirse avergonzada... te lo digo por la manera en que lo decía la gente.

Este es un fragmento de una entrevista de la socióloga australiana Gaynor Macdonald, a Akiko, una estudiante universitaria japonesa con una historia que es cada vez menos extraña. Como mucha gente, Akiko pasó parte de su infancia en el extranjero.

Según estadísticas oficiales del Ministerio de Asuntos Exteriores (gaimusho, 外務省), de 1990 hasta octubre del 2007 el número de residentes japoneses en el extranjero aumentó en 175%. La cifra más actual dice que fuera de Japón viven 1,085,671 japoneses cuya mayoría se concentra en Norteamérica (38.8%), Asia (26.4%), Europa (16.09%) y Sudamérica (7.92.7%). Las cinco naciones con más residentes japoneses son los Estados Unidos, China, Inglaterra, Australia y Brasil. Por si se lo pregunta, México está en el lugar 23 con 5,849 individuos. Por ciudad, tenemos que Los Angeles es la metrópoli que concentra la mayor densidad de japoneses, seguida por Nueva York, Shangai, Bangkok y Londres. La Ciudad de México, ocupa el lugar 47 con 2,486 individuos registrados.

Ese aumento de las cifras tiene una razón histórica, considerando la expansión de los capitales japoneses por todo el mundo. La historia se repite cada día; empleados de las grandes corporaciones sirven a su empresa dos o tres años en el extranjero y sus familias van con ellos a donde son requeridos. Y ¿qué sucede con los hijos? Ese problema explica la existencia de tantos colegios japoneses en el mundo. Sin embargo, a menudo no existe esa opción o no interesa a mucha gente. De hecho, según las estadísticas ahora hay casi 17 mil niños japoneses cursando la primaria y casi 7 mil cursando la secundaria en sistemas distintos al japonés. Se dice que los viajes ilustran y el contacto con otra cultura siempre es una experiencia gratificante. Sin embargo no lo es tanto cuando esto se convierte en un estigma; esta es la historia de los kikokushijo (帰国子女).

Kikokushijo es un término acuñado por los medios, el cual fluyó rápidamente al lenguaje cotidiano. Sus caracteres denotan a mujeres y niños que han regresado al país. Esta etiqueta implica una posición ambivalente. Por un lado, se es una persona impregnada de una cultura distinta, lo cual otorga un exotismo muy llamativo. Sin embargo, también se lleva la marca de la disrupción en un Japón que se aferra a la continuidad de los valores tradicionales.

Esto, según Akiko, no es una exageración. En un país donde la conformidad es la norma de la educación, si un niño pierde un año de escuela, deja de aprender patrones de comportamiento esperable; se pierde de normas de relación humana y de un conocimiento del mundo que habrían de compartir por lo menos parcialmente con los demás. Akiko menciona:

Creo que la gente asume que si eres japonés puedes comunicarte sin verbalizar lo que quieres decir. Pero conmigo, la gente tenía que hacer explícitas cosas que normalmente no hace. Como en una ocasión cuando estaba hablando sobre “la naturaleza”. Los japoneses parecen hablar del clima en términos generales pero no de elementos específicos de ésta. Una vez estaba caminando en silencio con una compañera en un jardín y me sentí obligada a comenzar una conversación. Yo dije algo como: ¡Oh, qué bonita flor! Ella se dijo sorprendida por mi comentario y lo atribuyó a que yo había vivido fuera. Supongo que ella hubiera hablado del jardín, pero nunca de la flor.

Su estatus frente al resto de la sociedad es ambiguo, lo cual crea tensión que puede llevar al conflicto y a la exclusión. Actitudes negativas, comentarios, burlas y problemas para encontrar empleo, son parte de los pormenores que enfrentan. Los kikokushijo encarnan una mezcla inestable de un Yo convertido en Otro, un Otro convertido en Yo. En su estilo “no muy japonés”, llevan la semilla del biculturalismo y de una vida cosmopolita. Para muchos, esa vida cosmopolita ha sido la clave para explotar las diferencias. Muchos son empleados por las empresas que valoran su conocimiento de otras lenguas y otras culturas; sin embargo otros ocultan esa parte de su identidad para evitar la pena de convertirse en el centro de los comentarios, las miradas y los juicios morales.

Las autoridades han creado programas de re-inserción de estas personas en el sistema educativo. El objetivo es que re-aprendan su lengua y las habilidades sociales de su cultura en un ambiente menos hostil. Hay también programas especiales de admisión en las universidades, asumiendo que ellos llegan a competir por un lugar en franca desventaja. No obstante; la “re-japonización” ha sido una empresa difícil, ya que muchos o no pueden pagar o no creen en las supuestas ventajas de la asimilación. Por otro lado, en la medida que las fronteras se han hecho difusas, muchos otros japoneses han salido en busca de oportunidades que no encuentran en casa. Unos estudian la universidad, otros optan por enseñar japonés, otros se casan y forman matrimonios internacionales y ellos tampoco quedan exentos de problemas al reinsertarse en su propia sociedad.

Siguiendo a Macdonald, si en verdad existe un problema ¿de quién es este problema? Normalmente se asume que el problema recae en el individuo que regresa y detrás de ese implícito se asoma la ambivalencia de Japón ante la internacionalización de su sociedad. Sin embargo, el panorama no es oscuro, considerando que la sociedad tiende a crear nuevos patrones culturales. Como se mencionó, muchos kikokushijo son valorados por sus habilidades biculturales lo cual implica una oportunidad para adherir nuevos significados a su figura, romper con el estigma de la diferencia y contribuir a la consolidación de una sociedad japonesa sobre una base multicultural.

Referencias:
平成19年の海外在留邦人数調査統計
En: http://www.mofa.go.jp/MOFAJ/toko/tokei/hojin/08/index.html

Macdonald, G. & Kowatari, A. (1995) A Non-Japanese Japanese: On Being a Returnee. En: Maher, J. & Macdonald, G. (1995). Diversity in Japanese Culture and Language. London: Kegan Paul International.

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